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Cómo divulgar tu proyecto científico en un vídeo de 60″ – Inscripción – Barcelona, 19 y 20 de octubre de 2016

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En la piel del paciente

GONZALO CASINO / @gonzalocasino / gcasino@escepticemia.com / www.escepticemia.com

Sobre los enfermos “difíciles”, la mala praxis y la enseñanza de la empatía

En el árbol de la literatura médica, dominada por la aproximación científica a la salud y la enfermedad, hay una rama vigorosa que se ocupa del estudio de la empatía. Es un retoño reciente, pero su pujanza refleja la importancia creciente del conocimiento de las emociones y las actitudes de los médicos en la calidad asistencial. La empatía clínica no es ya un adorno o un complemento, sino una competencia médica esencial y una actitud clínica imprescindible. Ser un buen médico implica no solo saber ciencia, sino también entender a las personas y saber ponerse en la piel del enfermo. En la última década, toda una avalancha de estudios ha confirmado que la empatía clínica se asocia con una mayor satisfacción del enfermo, un menor estrés del médico, menos errores y mejores resultados.

La relación con cualquier enfermo es siempre un desafío para el clínico, pero hay pacientes “difíciles” capaces de poner contra las cuerdas al médico. Cuando se presenta un enfermo agresivo, exigente, arrogante o despreciativo con el médico, la relación se torna complicada y puede conducir al fracaso. No solo la necesaria empatía puede saltar por los aires, sino que, además, en estos casos es más probable que el diagnóstico sea erróneo. Un reciente experimento publicado en la revista BMJ Quality and Safety ha mostrado que, cuando un médico se enfrenta a un paciente difícil, la precisión del diagnóstico desciende de forma significativa, especialmente cuando se trata de casos complejos.

El estudio, realizado con 74 residentes de medicina interna, sugiere que los pacientes difíciles entorpecen el razonamiento médico. Esto se produce, aparentemente, porque los médicos emplean parte de sus recursos mentales en lidiar con el reto emocional que les plantean estos enfermos en vez de centrarse en procesar los hallazgos clínicos para llegar al diagnóstico. El experimento tiene la limitación de que no se realizó con enfermos reales (ni siquiera con actores), sino con casos simulados explicados en un folleto, pero ilustra la influencia de las emociones y sentimientos del médico en su relación con el paciente.

Aunque objetivamente hay pacientes problemáticos, todas las relaciones médico-paciente pueden presentar aristas y problemas. A veces, detrás de un paciente etiquetado como difícil, lo que hay en realidad es un médico falto de empatía. En un intento de comprender mejor esta situación y poder incluso cribar a los estudiantes de Medicina, se han ideado numerosas herramientas psicométricas de este atributo cognitivo. En una revisión de 2007 en la que se analizaron 36 de estas medidas, se constató que resultaban válidas para investigar la empatía, pero carecían de la suficiente validez predictiva como para descartar a un estudiante. Aunque en las pruebas de acceso a las principales facultades de Medicina de Estados Unidos se incluyen preguntas que miden la empatía de los futuros médicos, lo importante es que, más allá de la predisposición natural de cada uno, la empatía, como todos las actitudes puede y debe aprenderse.

El prestigioso Hospital Universitario de Massachusetts, asociado a la Universidad de Harvard, es uno de los pioneros en la enseñanza obligatoria de esta competencia. Su programa Empathetics, desarrollado por la profesora de Psiquiatría Helen Riess, ha demostrando en un ensayo aleatorizado que los médicos que hacen estos cursos son mejor valorados por sus pacientes. A algunos médicos quizá esto no les importe demasiado, pero la satisfacción del enfermo es cada vez un asunto central en medicina. Muchos hospitales utilizan ya este criterio para establecer la remuneración de los médicos. Por mal que suene la expresión, si hay una profesión especialmente “orientada al cliente”, esa es la de médico.

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Autor
Gonzalo Casino es periodista científico, doctor en medicina y profesor de periodismo en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Ha sido coordinador de las páginas de salud del diario El País durante una década y director editorial de Ediciones Doyma/Elsevier. Publica el blog Escepticemia desde 1999.

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Columna patrocinada por IntraMed y la Fundación Dr. Antonio Esteve:

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Implantan por primera vez en España una válvula aórtica humana sin células

El hospital Clínic de Barcelona ha sido el pionero en realizar esta técnica con la que se consigue reducir la probabilidad de rechazo

JESSICA MOUZO QUINTÁNS / NOTICIA MATERIA

El plan era “mantener sólo el armazón” y no dejar ni rastro de las células del donante, explica el doctor José Luís Pomar. Y lo consiguió. Él y varios médicos del hospital Clínic de Barcelona han logrado, por primera vez en España, implantar con éxito en un paciente una válvula aórtica humana descelularizada. La intervención, enmarcada dentro del proyecto europeo ARISE, prevé analizar el resultado del implante de válvulas aórticas cuyas células originarias han sido eliminadas. Esta técnica permite reducir al mínimo el riesgo de rechazo y neutraliza la respuesta inmunológica del organismo al detectar “un cuerpo extraño”.

El éxito de esta técnica abriría un abanico de posibilidades para una intervención —el recambio de válvula aórtica— que se realiza unas 65.000 veces al año en Europa. Hasta ahora, las opciones con las que contaban los facultativos pasaban por implantar una válvula biológica (de ternera o cerdo), una mecánica o una humana criopreservada. Sin embargo, pese a tener buena resolución, las tres técnicas presentan limitaciones que puede atajar este nuevo método: por un lado, la prótesis biológica tiene una durabilidad limitada, la mecánica obliga a acompañar el implantar con medicación anticoagulante de por vida y la humana criopreservada acaba calcificándose con el paso del tiempo.

“Se nos ocurrió que quitando las células, dejando sólo el armazón del tejido, tendría menos problemas inmunológicos”, señala el doctor Pomar

“En los bancos de tejidos se guardan las válvulas de cadáveres y se conservan muy bien. De hecho, se conservan tan bien que las células permanecen intactas y mantienen su capacidad inmunológica que, aunque generalmente los enfermos la toleran bien, a la larga las células se acaban calcificando y se estropea la válvula”, explica Pomar, que es coordinador del estudio ARISE en Barcelona. Sobre esta premisa, los médicos pensaron en quitar las células que generan las calcificaciones para evitar que la prótesis se dañe y, de paso, eliminar el riesgo de rechazo. “Se nos ocurrió que quitando las células, dejando sólo el armazón del tejido, tendría menos problemas inmunológicos”, señala el médico.

Así, siguiendo la estela del Hannover Medical School, el centro que coordina la investigación a nivel internacional y pionero en el mundo en esta técnica, los facultativos del Clínic intervinieron a un hombre con estenosis aórtica grave (disminución del orificio de esta arteria), con insuficiencia cardíaca y una dilatación de la raíz de la aorta. El paciente tuvo que esperar más de un mes desde que se encontró una válvula de un donante cadáver adecuada para él y hasta que se completó el proceso de descelularización. En la misma operación se corrigió el defecto de la válvula y se sustituyó la raíz de la aorta con el mismo injerto. “Pese a que la técnica del implantes es más compleja que una sustitución valvular aórtica convencional y el postoperatorio ha trascurrido sin incidencias”, explicó el doctor Eduard Quintana, uno de los cirujanos cardiovasculares que participó en la intervención. Tan buenos resultados ha dado la técnica que el Clínic ya ha operado a un segundo paciente y en pocas semanas intervendrá al tercero.

Otra de los hallazgos encontrados en esta técnica es que el armazón del donante va cambiando y las células del receptor van cubriendo esa cubierta. “En niños, por ejemplo, esto permite que la válvula crezca a medida que crece el niño cuando antes se le quedaba pequeña y había que volver a intervenir”, apunta Pomar. El proyecto todavía durará unos cinco años pero, de confirmarse científicamente las bonanzas de la nueva técnica, Pomar no descarta empezar a implantarlo en su hospital. “Las expectativas son muy buenas”, concluye.




Qué sucede con tu cuerpo si se lo donas a la ciencia

El departamento de anatomía de la Universidad Autónoma de Madrid abre sus puertas para mostrar cómo trabajan con los cadáveres que reciben de donantes altruistas

DANIEL MEDIAVILLA / NOTICIA MATERIA

Hace dos años, un escándalo en la Universidad Complutense de Madrid horrorizó a muchas personas que habían donado su cuerpo a la ciencia y llenó de dudas a otras que pensaban hacerlo. En los sótanos de su Facultad de Medicina se acumulaban decenas de cadáveres mal conservados que difícilmente podían cumplir la función para la que fueron entregados. Una disputa entre miembros de esa facultad había prolongado una situación en la que se continuaban recibiendo cuerpos pese a no contar con capacidad para gestionarlos. Las imágenes y las descripciones de cadáveres hacinados en condiciones insalubres hicieron descender la donación de cuerpos, no solo en la Complutense.

“Lo que pasó en la Complutense es algo completamente atípico”, afirma Francisco Clascá, catedrático de Anatomía Humana en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. Después de la larga saga de noticias sobre la gestión de los cuerpos donados a la universidad vecina, Clascá reconoce que muchos de sus donantes se mostraron preocupados. Por eso, han abierto sus puertas para mostrar que en sus instalaciones los cadáveres se tratan con la dignidad que merecen y sirven para mejorar los tratamientos médicos de los vivos.

Durante siglos, los cirujanos tuvieron que practicar con cadáveres en invierno para evitar la putrefacción

El profesor recuerda que el interés por la anatomía siempre fue liderado por los cirujanos, que trataban de aprender en los muertos las técnicas para operar con menos riesgo. Durante siglos, los pioneros tuvieron que trabajar con cuerpos frescos y durante el invierno, para que el frío ralentizase el proceso de descomposición. Esas condiciones, añadidas a que muchos de aquellos trabajos tuvieron que realizarse en la clandestinidad, pueden explicar, según Clascá, muchos errores en la descripción del cuerpo humano en los tratados de anatomía clásica. A partir del siglo XIX, la llegada del formol mejoró la conservación. Esta sustancia se inyecta en los cadáveres y forma enlaces químicos muy fuertes deteniendo los procesos de autodestrucción celular y la actividad de las bacterias que nos pudren tras la muerte.

Esos cuerpos conservados en formol son los que sirven para que se formen los estudiantes de anatomía “como si estuviesen delante de un libro”. Con ellos aprenden que ningún cuerpo es igual que otro y que incluso el brazo derecho de una persona es muy distinto de su brazo izquierdo. El formaldehído conserva las estructuras básicas del organismo, pero tiene algunas limitaciones. Los enlaces químicos que detienen la corrupción lo vuelven rígido, distinto de una persona enferma a la que hay que operar. Una de las opciones para superar esas limitaciones consiste en emplear cuerpos troceados y congelados, que se van descongelando cuando se pretende trabajar con una parte concreta. En este caso, las técnicas de congelación mejoran las condiciones de trabajo de los cirujanos que diseccionaban en invierno para aprovechar el frío, pero la descomposición del organismo sigue siendo rápida y los trozos descongelados no se pueden volver a utilizar. Un cráneo serviría así para estudiar el oído, pero no la mandíbula, que se echaría a perder una vez descongelado. Además, al no esterilizar los cuerpos, hay un mayor riesgo de infección para quienes practican con ellos.

Una tercera opción, más sofisticada, pero también más cara, es la que está empleando Clascá y su equipo en la Universidad Autónoma de Madrid. Fue desarrollada por Walter Thiel, director del Instituto Anatómico de Graz (Austria), durante tres décadas de trabajo. En lugar del formol, Thiel inyectaba en los cuerpos una mezcla de sales, ácido bórico, antiséptico, etilenglicol, anticongelante y una pequeña cantidad de formaldehído. Ese líquido detiene la putrefacción, esteriliza el cuerpo y lo mantiene flexible, con un aspecto de los órganos mucho más parecido al de un paciente vivo. Así se eliminan los riesgos biológicos y se puede aprovechar al máximo las distintas partes del cuerpo que se pueden conservar.

La preparación, no obstante, requiere una inversión inicial importante, porque además de las soluciones que se inyectan en el cuerpo se requieren grandes cantidades de los productos que se emplean en el proceso para llenar unos contenedores en los que los cadáveres deben permanecer sumergidos durante seis meses. Después, se llevan a un almacén refrigerado donde se guardan hasta el momento de utilizarlos. “Realizar bien esta técnica requiere mucho aprendizaje y una inversión importante, pero después merece la pena”, apunta Clascá. En España, solo la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universidad Miguel Hernández de Elche aplican esta técnica.

Una vez tratados, los cuerpos están listos para ponerse en manos de los médicos que realizan los cursos impartidos en la universidad. Por un lado, sirven para que cirujanos jóvenes los utilicen como una especie de simulador de vuelo en el que acumular horas de práctica antes de aplicar el bisturí a personas vivas. “Es una forma de salvar vidas y de limitar los errores en las cirugías”, apunta Clascá. Además, se emplean para que algunos de los mejores cirujanos del mundo pongan en práctica intervenciones experimentales. Es el caso de Mario Fernández, jefe del Servicio de Otorrinolaringología en el Hospital Universitario del Henares (Madrid), que ha desarrollado una técnica para tratar tumores de faringe y laringe a través de la boca, sin necesidad de realizar incisiones en el cuello y reduciendo el tiempo de recuperación y las secuelas. “En los cadáveres tratados con formol, la laringe queda muy coagulada, pero con Thiel queda bien y se puede utilizar para este tipo de pruebas”, señala Clascá.

Un cirujano ha utilizado cadáveres para perfeccionar una operación de laringe a través de la boca

Prácticas similares, en las que cirujanos especializados en intervenciones concretas enseñan a sus colegas, también se han realizado con expertos en operar el plexo braquial. Esta estructura nerviosa de la base del cuello queda muy dañada en los accidentes de moto y si no se trata de forma adecuada puede dejar inutilizado el brazo. Todas estas técnicas surgen de la práctica diaria de los médicos, pero se pueden perfeccionar reduciendo riesgos gracias a los cadáveres. Otro de los grupos de profesionales que utilizan los cuerpos donados a la ciencia para mejorar su trabajo son los anestesistas. Con técnicas de ecografía, pueden estudiar los puntos del organismo en los que aplicar la anestesia para reducir las cantidades necesarias y con ello el tiempo de recuperación. Los enfermeros también pueden practicar técnicas complicadas, como la inyección de fármacos en el hueso para recuperar a pacientes que han perdido mucha sangre y en los que es imposible encontrar una vena. Por último, Clascá cuenta que también colaboran con empresas de bioingeniería que utilizan sus cadáveres para probar nuevas prótesis, técnicas para cerrar el esternón tras una operación a corazón abierto o la implantación de tornillos en la columna vertebral.

Sobre la financiación de la preparación de los cadáveres o del equipamiento de las salas en las que se realizan los talleres de formación, Clascá explica que se cubre con los ingresos que generan los propios cursos. “Tanto los profesores como los alumnos provienen de centros públicos y privados y la consideración que prima es la altura científica de los programas y el prestigio profesional de los profesores”, apunta el catedrático.

Este catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid cuenta que decidieron explicar mejor lo que hacen a raíz de la incertidumbre creada por el caso de la Complutense. Además de acercarse a medios como este, pusieron en marcha una página web en la que tratan de aclarar las dudas de quien se plantee dejar su cuerpo a la ciencia. El número de donantes, que ahora ronda los 70 u 80 cuerpos anuales, descendió, cuando su capacidad les permitiría gestionar el doble de donaciones. En la Universidad de Barcelona reciben alrededor de 250 cuerpos al años y en la Universidad Miguel Hernández, 150.

En España, explica Clascá, no parece existir un tabú cultural respecto a la donación del cuerpo, que es más sencilla que la de órganos, porque no es necesario ser joven ni estar sano del todo. Esta circunstancia es distinta en América Latina, donde aún no logran cantidades de cadáveres suficientes para entrenar a sus cirujanos. Algo más extremo sucede en el mundo musulmán, donde la tradición de enterrar a los muertos con la mayor celeridad y la prohibición, según algunas interpretaciones de esa religión, de diseccionar los cadáveres limita las donaciones. Esto obliga a los cirujanos del mundo árabe a viajar a Europa y a otras regiones para entrenarse.

Es difícil evaluar el valor del entrenamiento que puede proporcionar un cuerpo a los cirujanos, pero el progreso en las operaciones es evidente. “En los ochenta, una operación de córnea suponía dos días de ingreso en el hospital, y ahora esa misma tarde te puedes ir a casa”, ejemplifica Clascá. La reducción de las incisiones en todo tipo de cirugías, como la mencionada de laringe, también ha acortado las recuperaciones. “Una vez muertos, no se me ocurre un mejor uso que darle a nuestro cuerpo”, concluye Clascá.




El hombre que busca un remedio contra la vejez en la sangre joven

Tony Wyss-Coray impulsa el primer ensayo con pacientes de alzhéimer para probar los efectos rejuvenecedores del plasma de voluntarios jóvenes

NUÑO DOMÍNGUEZ / NOTICIA MATERIA

Hace cinco años, Tony Wyss-Coray dio un giro en su carrera y comenzó a investigar los efectos del envejecimiento en el cerebro. Quería buscar remedios a la degeneración neurológica que llega con la edad y que a menudo desemboca en el alzhéimer, cuya incidencia se espera que se triplique en 40 años. Pronto se chocó con el mismo escollo que muchos otros expertos en su campo.

“Trabajamos con modelos de alzhéimer en ratones durante muchos años y resulta que es relativamente fácil curarlos”, señala. Lo difícil era traducir esos logros a personas. “Yo quería pasar a estudiar humanos, pero no puedes obtener tejido cerebral de una persona viva, hay que esperar hasta que muere”. Esto le impedía seguir los cambios moleculares que progresivamente hacen al encéfalo más vulnerable a la pérdida de memoria y las enfermedades como el alzhéimer o el párkinson. Fue así como inició su actual línea de investigación: estudiar la sangre en busca de las diferencias entre un organismo joven y otro viejo.

Si un análisis de sangre convencional no es sino una medida indirecta de la salud de otros órganos: riñones, hígado, corazón… ¿por qué no también del cerebro?, propone este neurólogo de la Universidad de Stanford (EE UU). Wyss-Coray ha impulsado el primer ensayo clínico del mundo para probar los efectos de plasma sanguíneo de personas jóvenes en pacientes de alzhéimer. De visita en Madrid para ofrecer una conferencia en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, el científico ha explicado a Materia el estado de la investigación en este campo.

“Empezamos a analizar cientos de proteínas en la sangre y ver cómo cambian con la edad y con las enfermedades y al hacerlo vimos que hay cambios dramáticos entre los organismos jóvenes y los viejos, tanto en ratones como en humanos”, señala.

De alguna forma, la fuente de la juventud está en la sangre cuando somos jóvenes y se seca cuando somos viejos

Varios grupos de investigación independientes han probado a transfundir sangre de ratones jóvenes a otros de edad avanzada. Primero vieron beneficios en los músculos y después aparecieron en casi cualquier otro órgano que se analizaba: corazón, hígado, páncreas… incluso el pelaje recuperaba su vigor. El grupo de Wyss-Coray y otros mostraron que también había efectos notables en el cerebro.

“Es como cuando aparcas en un aparcamiento grande y al regresar no recuerdas dónde estaba”, explica Wyss-Coray. Este tipo de recuerdos usa una parte del cerebro conocida como hipocampo, que interviene en la creación de mapas espaciales. “El cerebro hace un mapa para recordar: aquí hay una farola, aquí una tienda, una cafetería y mi coche está aquí. Cuando eres joven puedes estar escuchando música, hablando con un amigo, vas de compras y al volver sabes dónde está tu coche de forma inmediata, no tienes ni que pensar en ello. A medida que envejeces, incluso a mi edad, tienes que mirar con cuidado alrededor, intentas fijar una memoria del sitio y cuanto más mayor eres, más difícil es formar esa memoria y recuperarla. La gente con alzhéimer no puede recuperarla y también pierde la capacidad de crear ese tipo de mapas”, añade.

Los animales usan las mismas estructuras cerebrales para recordar su entorno y a medida que envejecen esas funciones desaparecen. Wyss-Coray ha probado la capacidad de memorización con ratones de laboratorio en una especie de laberinto en el que deben orientarse. “Si le damos sangre joven a un ratón viejo, vuelve a funcionar mejor. Muchos de ellos lo hacen tan bien como los jóvenes. Hay algo en la sangre joven que puede reactivar estos procesos.”, explica el neurólogo, de origen suizo. Su laboratorio también ha demostrado beneficios neurológicos a nivel molecular y morfológico en neuronas y células del sistema inmune del cerebro, la microglía.

“Aún no hemos publicado los resultados, pero hemos visto que puedes tomar sangre humana joven y ponerla en un ratón viejo y esto regenera al animal, lo rejuvenece. Hay factores en la sangre humana joven que tiene las mismas capacidades rejuvenecedoras que la sangre de ratones jóvenes”, asegura. Wyss-Coray cree que estos resultados muestran que “de alguna forma, la fuente de la juventud está en la sangre cuando somos jóvenes y se seca cuando somos viejos”.

Amy Wagers, de la Universidad de Harvard, identificó un factor sanguíneo responsable de los efectos rejuvenecedores en los músculos. Ella advierte de que más que reemplazar tejidos viejos por otros nuevos lo que se está haciendo es ayudarles a reparar mejor los daños causados por la edad. Por ahora, explicó a Nature, nadie ha demostrado que la sangre joven haga que los ratones vivan más, pero sí existe la posibilidad de que alargue la vida saludable de un individuo, es decir, los años que vive sin enfermedades. El campo es aún muy nuevo. Por ahora se han identificado muy pocos factores relacionados con ese efecto rejuvenecedor y se desconoce su peso específico dentro del complejo cóctel de compuestos que es la sangre. Tampoco se sabe si los trasplantes de plasma joven pueden tener efectos negativos a medio o largo plazo en pacientes mayores.

Apuesta española

Wyss-Coray es uno de los directores de Alkahest, la empresa nacida en el seno de Stanford que está realizando el primer ensayo clínico en pacientes para analizar los efectos de trasfundir plasma de personas de menos de 30 años en 18 personas mayores con alzhéimer. Se trata un ensayo tipo 1, el primer nivel de prueba, y su principal objetivo es demostrar que la intervención es inocua. El ensayo comenzó en septiembre de 2014 y “desafortunadamente está llevando más tiempo del que pensábamos”, explica el neurólogo. Los resultados definitivos se esperan para finales de este año pero “parece que la intervención está siendo segura”, añade.

En cualquier caso 18 pacientes no bastan para demostrar efectividad desde un punto de vista estadístico, así que la empresa está preparando otros ensayos con más pacientes. Uno de sus principales financiadores es la empresa de derivados sanguíneos española Grifols, que en 2015 adquirió el 45% de Alkahest.

Wyss-Coray cree que hay que trabajar en tres niveles. Primero se prueban los efectos del plasma (sangre de la que se han retirado todas las células) pero que aún contiene muchas proteínas y otros factores. Al mismo tiempo hay que buscar todos los compuestos relacionados con el envejecimiento y determinar el peso específico de cada uno. También existen factores nocivos, que aceleran el envejecimiento, de los que ya se han identificado dos. En un tercer paso se sintetizarían los factores positivos y se usarían como fármaco o incluso podría buscarse una intervención o una droga que permita al propio organismo producirlos de nuevo.

“Muchos otros tratamientos han funcionado en ratones y no en humanos”, advierte Wyss-Coray con cautela. “Al menos con el plasma, al estar usando solo un cóctel natural, posiblemente haya una posibilidad, aunque aún no lo sabemos”.




Cómo ‘resetear’ el sistema inmune para curar una enfermedad

Un tratamiento experimental logra revertir el sistema inmunológico y curar a pacientes con enfermedad de Crohn

PERE ESTUPINYÀ / NOTICIA MATERIA

A los 12 años y por motivos desconocidos, el sistema inmunológico de Javier Casado empezó a atacar las paredes celulares de sus intestinos como si se trataran de bacterias o virus extraños. Los médicos le diagnosticaron la enfermedad autoinmune de Crohn, y empezó un calvario de inflamaciones, diarreas, cansancio constante y cirugías, que duraría 15 años hasta que un tratamiento experimental en el Hospital Clínic de Barcelona logró la hazaña médica de resetear su sistema inmunológico.

“Los síntomas de la enfermedad de Crohn pueden ser leves o severos”, explica la doctora Elena Ricart, quien dirigió la intervención de Javier y de otros 30 pacientes que participaron en el estudio, “pero cuando empiezan en edad pediátrica, la enfermedad suele ser muy agresiva”. Fue el caso de Javier.

A los 15 años Javier ya había recibido una colostomía -perforación del abdomen para conectar el intestino grueso a una bolsa externa por donde evacuar las heces-, y su pubertad se veía alterada por la cortisona con que se intentaba reducir la actividad de su sistema inmune. “No tenía una adolescencia normal. Te acostumbras a ir 15 veces al día al baño, pero te sientes agotado, te aíslas. Pasé cuatro años donde parecía que avanzaba relativamente bien, pero entonces, a los 24 años, llegó lo peor”, recuerda con voz tenue Javier.

Los médicos que en esos momentos hacían su seguimiento le comunicaron que la enfermedad se estaba desarrollando muy rápido, estaba en una situación crítica, y que le tendrían que “extirpar el colon, llevar bolsa de por vida, y rezar para que la enfermedad no se extendiera a otros órganos”, apunta Javier. “Me negué en rotundo. Estaba desesperado. No quería llevar una vida así. Y entonces me dijeron que en el Hospital Clínic estaban haciendo un tratamiento experimental, muy arriesgado, pero que estaba funcionando bien con otros pacientes. Sentí que no tenía alternativa.”

Luchar contra tu propio ejército de defensa

Las enfermedades de origen autoinmune como la artritis reumatoide, esclerosis múltiple, psoriasis o Crohn se originan por un desafortunado error del sistema inmunológico. Sin causa del todo bien conocida, los linfocitos que vigilan ante la llegada de invasores externos confunden como extraña alguna molécula de una célula propia del organismo, y activan una respuesta inmunológica contra ella. Como ocurre con las vacunas, se crean unos linfocitos de memoria especialmente diseñados para atacar esas células, quedando latentes por el flujo sanguíneo y produciendo periódicamente brotes que lesionan el tejido afectado.

No tenía una adolescencia normal. Te acostumbras a ir 15 veces al día al baño, pero te sientes agotado, te aíslas

El tratamiento que estaba desarrollando el equipo de la doctora Elena Ricart era conceptualmente sencillo: primero obtener células madre hematopoyéticas de la médula del paciente, después destruir por completo su sistema inmunológico mediante quimioterapia como se hace en casos de leucemia y, a continuación, trasplantar las células madre para regenerar un nuevo sistema inmune sin la memoria del viejo, esperando que no ataque al organismo.

Cuando le plantearon la posibilidad a Javier, no lo dudó un instante. “En ese momento estaba muy desesperado. Era consciente de los riesgos, pero lo asumí”. A los 10 días del trasplante la sangre de Javier ya tenía un nivel normal de linfocitos, plaquetas y otras células inmunológicas, pero sin memoria. Tuvo que vacunarse de nuevo, y de hecho durante este estado de gran susceptibilidad sufrió una grave infección que, cuando la cita, genera una tensa mirada entre Javier y la doctora Ricart. No en vano, la doctora incide en que “es un tratamiento peligroso que sólo está justificado en casos muy delicados”, y explica afligida que una de las 30 pacientes tratadas sufrió una infección muy severa estando inmunosuprimida y falleció a pesar de todos los esfuerzos por salvar su vida.

Sentada a la izquierda de Javier en una sala de reuniones, la investigadora del Idibaps Azucena Salas apunta que “el gran reto científico es averiguar por qué algunos pacientes responden bien y otros no tanto, saber de antemano quienes se van a beneficiar, y lograr una terapia igual de eficiente pero más dirigida y menos agresiva”. Salas investiga los mecanismos moleculares involucrados en el proceso de reconfiguración inmunológica, y bajo el paradigma de la medicina de precisión, utiliza herramientas de big data para analizar los millones de datos genéticos, clínicos y de microbiota de los pacientes que participan en el ensayo clínico. “Lo que hacemos ahora en casos como el de Javier es lanzar una bomba atómica que destruye todo el sistema inmune. Nuestro objetivo final es lanzar misiles dirigidos que eliminen sólo lo que nos interesa”, explica.

La misma metodología se está aplicando con otras enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple

Según los resultados que prevén publicar durante este año, un año después del tratamiento el Crohn había remitido sin ayuda de fármacos en el 90% de pacientes. Poco a poco algunos volvían a tener síntomas, pero mucho más leves que antes de la intervención. Y en el 25% de ellos –incluido Javier- a los 4 años y medio la enfermedad había desaparecido por completo. Ahora Javier hace vida normal y con una sonrisa y agradecimientos a médicos e investigadores cuenta que está “muy feliz. Tengo energía e ilusión de nuevo, y ganas de hacer cosas que antes eran imposibles. Es otro mundo”.

Ensayos en esclerosis múltiple

La estrategia de inmunosupresión completa por quimioterapia seguida de trasplante de células madre hematopoyéticas está empezando a aplicarse en otras patologías como la esclerosis múltiple, mostrando también alta eficacia pero grandes riesgos.

El pasado 9 de junio la revista The Lancet publicó un estudio con 24 pacientes de esclerosis múltiple mostrando que a los tres años de la intervención y sin consumo de fármacos, el 70% de participantes quedaron libres de brotes y con signos claros de recuperación en escáneres cerebrales. Su nuevo sistema inmune había dejado de atacar a sus neuronas.

El tratamiento es muy agresivo y se está investigando para hacerlo menos peligroso

En febrero de 2015 la revista JAMA Neurology publicó otro ensayo clínico con resultados similares: a los 3 años y sin fármacos el 78% de los pacientes no habían sufrido ningún síntoma de la enfermedad. El director del estudio, Richard Nash, defiende los buenos resultados y respecto a las posibilidades terapéuticas apunta que hace tres años los neurólogos eran escépticos, “pero ahora, al ver los resultados, están mucho más convencidos”.

De nuevo, el factor más problemático es la seguridad, pues uno de los pacientes en el ensayo de The Lancet falleció por efectos adversos de la quimioterapia.

Pablo Villoslada, experto en nuevas terapias frente a la esclerosis múltiple del Hospital Clínic de Barcelona, opina que “estos estudios confirman que el tratamiento es muy eficiente, que en muchos casos la esclerosis múltiple queda parada, e incluso que en algunos se observan claras mejoras neurológicas. Son resultados muy sólidos. Pero no debemos olvidar que es un tratamiento arriesgado”. Villoslada explica que en el Clínic también han aplicado con éxito la quimioterapia inmunosupresora en unos 10 pacientes de esclerosis múltiple, pero recalca que sólo sería recomendable en casos muy concretos donde otras alternativas terapéuticas no funcionan, y que lo más delicado es decidir el momento de la intervención: “Si se espera a que la enfermedad esté avanzada es muy tarde porque el daño neuronal ya ha ocurrido. Pero realizar un procedimiento tan peligroso cuando un paciente es joven y está relativamente bien controlado, es una decisión muy difícil”. La medicina no es una ciencia exacta.

De vuelta a la sala del Idibaps Javier Casado muestra su mejor humor y estado de salud: “He engordado un montón. Antes con el Crohn estaba muy delgado, pero cuando me curé y empecé a poder comer de todo, no me pude controlar”. Ricart sonríe: “Les ocurre a más pacientes. A una le estamos pidiendo que empiece dieta pero no nos hace caso”. Azucena Salas incide en el equilibrio entre esperanzas y riesgos: “Ver con tus propios ojos casos de recuperación completa como el de Javier es ilusionante. Los datos confirman que podemos resetear el sistema inmunológico de pacientes con enfermedades autoinmunes, lo cual es muy esperanzador. Pero advertirles de que hay riesgo de muerte es muy duro, y sólo merece la pena en casos muy concretos en que sepamos que la terapia va a funcionar. Debemos seguir investigando”.




Impresión de tumores en 3D para precisar las dosis de radioterapia

Investigadores plantean imprimir copias de neoplasias para probar el tratamiento en el dispositivo de plástico antes que en el paciente

JESSICA MOUZO QUINTÁNS / NOTICIA MATERIA

La impresión en 3D ha entrado en la carrera hacia la medicina de precisión en oncología. Lo hace de la mano de los llamados tumores “fantasma” porque se ven pero, en realidad, no existen. Son réplicas en plástico de neoplasias reales, hechas con una impresora 3D. La física Cinzia Da Via, profesora de la Escuela de Física y Astronomia de la Universidad de Manchester, ha empezado a probar estos dispositivos para adelantarse a los efectos de la radioterapia. Antes de administrar un tratamiento de radioterapia a un paciente oncológico, la investigadora apuesta por probarlos antes en la pieza de plástico, precisar la dosis a administrar y evitar en la mayor medida posible los efectos adversos de este tratamiento.

Hace años que los investigadores intentan atajar uno de las grandes dificultades que se les presenta a los oncólogos al utilizar la radioterapia.La energía que liberan los rayos X cuando penetran en el cuerpo se dirige esencialmente a las células tumorales pero siempre hay una probabilidad de que suelten esa energía durante su camino hasta llegar el tumor, con lo que acaban radiando células sanas. “Muchas veces hay daños que vienen provocados por la radiación a células sanas. No se producen de repente, sino que pueden generar un cáncer cinco años después”, explica Da Via. En esta línea, la adroterapia —una radioterapia en la que se integran protones o iones que tienen la particularidad de que liberan la energía casi exclusivamente sobre la zona del tumor— o el plan de tratamiento que se hace por simulación electrónica —para estudiar la dosis de rayos adecuada—ya han comenzado a pisar fuerte como alternativa y la propuesta de Da Via sigue la misma estela. “Se está trabajando para tener una buena dosimetría, para ver cuánta dosis de partículas es necesario liberar en la zona donde está el tumor y también dónde se libera”, apunta.

“Podemos saber si hay zonas sanas que nosotros pensamos que no están expuestas a la radiación y en realidad sí lo están”, señala la investigadora

La investigadora apuesta por intervenir antes en la pieza de plástico que en el tumor real. “Desde el momento en que la persona se hace una tomografía computerizada en tres dimensiones en la que se confirma el tumor, la información de la imagen no deja de ser un archivo electrónico que es reconocido por la impresora y el plan de simulación. Yo recupero ese archivo y un tiempo muy breve lo mando a la impresora 3D, que hace una réplica idéntica del órgano y del tumor”. A partir de ahí, los oncólogos ya pueden trabajar sin riesgo probando y decidiendo el tratamiento y la dosis adecuada.

Las réplicas del órgano y del tumor son de plástico por fuera, pero está hueca por dentro. Por dentro están divididas en cavidades y compartimentos que se llenan de centelleador líquido (detectores de la radiación). Al radiar el tumor fantasma, este líquido — “desde el punto de vista biológico es muy parecido a la estructura del cuerpo humano”, apostilla Da Via— revela cómo afectan los rayos X al tumor y al resto del órgano. “Podemos saber si hay zonas sanas que nosotros pensamos que no están expuestas y en realidad sí lo están. Es muy importante saber tridimensionalmente cuanta dosis de radiación se deposita en cierto punto”, señala.

Los resultados de este experimento con la réplica del tumor pueden complementar la información que sale del simulador electrónico. “Esta información que nos da la impresión del tumor se puede confrontar con la que da la simulación y, si son diferentes, corregirlos, porque sabemos que la simulación no es tan precisa y a veces puede haber anomalías debidas al tipo de órgano y se verifica luego que la dosis depositada en el cuerpo del paciente no es la que se esperada. Se trata de hacer una dosimetría desde fuera, pero con una reproducción exacta del paciente”, explica Da Via.

Cinzia Da Via propone probar los tratamientos de radioterapia en la réplica en 3D del tumor antes que en el propio paciente

Aunque la investigación acaba de empezar, ella y sus estudiantes ya han comenzado a testar el sistema. “En un tiempo breve se ha conseguido construir y simular este objeto. Cuando sepamos que esto funciona, tenemos que conseguir una buena financiación porque yo querría continuar en esta dirección: reforzar el contacto con los médicos de los hospitales y buscar material todavía más interesante para imprimir”, reflexiona la investigadora. Da Via, que participó esta semana en un simposio internacional sobre física de partículas en la escuela de negocios ESADE de Barcelona, cree que “50.000 o 100.000 euros podrían llevarnos muy lejos” en esta investigación.

La física apenas pone límites a la impresión en 3D: la técnica puede servir para pacientes oncológicos adultos e infantiles y para todo tipo de tumores susceptibles de tratarse con radioterapia. Con todo, se muestra prudente y recuerda que ella no es médica y los límites los han de marcar los propios oncólogos. En cualquier caso, señala, “es un tema interesante porque podemos construir, antes de que suceda, antes de que el paciente sea sometido a cualquier tratamiento, una copia verdadera del pacientes y de su enfermedad. Podemos ver qué hay que hacer para tratar este tipo de tumor y podemos probar el tratamiento antes de probarlo con los pacientes”, concluye.




Científicos españoles desvelan una nueva clave del envejecimiento

La interacción entre los dos genomas de un individuo puede alargar la vida y evitar obesidad, diabetes y tumores, según un estudio en ratones

NUÑO DOMÍNGUEZ / NOTICIA MATERIA

Hay personas que aparentan 50 años pero tienen 15 más. Otras comen como limas y nunca están gordas. Hay quienes viven 100 años bebiendo y fumando mientras otros se avejentan en pocos años sin que nadie, ni siquiera los mejores científicos del mundo, puedan explicarles exactamente por qué. Ahora, un estudio con ratones desvela un proceso biológico poco conocido que puede influir en un envejecimiento saludable: la interacción entre los dos genomas.

El grueso de la información genética que heredamos de nuestros padres está en el genoma nuclear, el extenso libro de instrucciones para la vida que contiene unos 24.000 genes y 3.000 millones de letras. El nuevo estudio, dirigido por científicos españoles, se centra en otro genoma mucho más pequeño, el de las mitocondrias. En cada célula del cuerpo puede haber cientos, incluso miles de estos orgánulos encargados de generar energía. Cada uno tiene un genoma de unas 16.000 letras y 37 genes que se heredan siempre de la madre. Aunque hasta ahora se sospechaba que tenían un papel en el envejecimiento, apenas se había explorado cuál es exactamente.

Para averiguarlo “hemos pasado nueve años siguiendo 20 generaciones de ratones”, explica a Materia José Antonio Enríquez, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y principal autor del estudio, publicado hoy en Nature. El trabajo se ha hecho en colaboración con las universidades de Zaragoza y de Santiago de Compostela, así como del Consejo de Investigación Médica de Reino Unido.

Todos los ratones tenían un genoma nuclear idéntico y en ellos probaron los efectos de dos genomas mitocondriales diferentes. Los resultados muestran que solo cambiando el relativamente pequeño genoma mitocondrial se provocan cambios notables en el ritmo de envejecimiento y las enfermedades asociadas a este. El estudio muestra que uno de los dos genomas mitocondriales analizados alarga la vida de los roedores (un 16%) y los hace menos propensos a la obesidad, la diabetes, incluso a algunos tumores.

Enríquez afirma que la clave de ese envejecimiento saludable está en la interacción entre ambos genomas. Uno de los dos genomas mitocondriales analizados genera más oxidantes (ROS), un grupo de moléculas que incluye a los radicales libres y que tradicionalmente han sido culpadas de acelerar el envejecimiento. “Si se disparan los niveles de estos compuestos es malísimo, porque dañan las membranas celulares, pero si los niveles no suben tanto lo que pasa es que la célula activa un mecanismo de autorreparación que genera membranas nuevas y elimina las viejas”, explica Enríquez. “Este proceso de estrés controlado a la larga renueva a la célula, pues la hace quemar más grasas y preservar azúcares, lo que puede explicar por qué los ratones son menos obesos y no sufren desequilibrios de azúcar que podrían desencadenar diabetes”, detalla. Según Enríquez, el estilo de vida y la interacción entre los dos genomas son claves para el envejecimiento saludable observado en los animales.

Este mecanismo se activa desde que nace un individuo y tiene repercusiones a lo largo de toda su vida. El genoma mitocondrial de envejecimiento acelerado puede ser más ventajoso en la vida salvaje, porque permite al animal generar más mitocondrias y por tanto más energía en un entorno de competición con otros machos en el que se suele morir joven a manos de otros machos o de depredadores. Sin embargo, en el pacífico ambiente de un laboratorio, el genoma mitocondrial joven aporta a la larga una ventaja, razona Enríquez. Sus resultados abren ahora la vía a explorar los efectos de otros perfiles genéticos mitocondriales. En los humanos, existen decenas de estos linajes en cada continente.

Enríquez opina que, en un futuro, se podrían aplicar estos conocimientos a la medicina. Conocer cómo interactúan el genoma mitocondrial y nuclear nos permitirá “saber cómo eres y lo que tienes que hacer para estar lo más sano posible, incluido cómo vas a responder al ejercicio, la dieta y los fármacos”, señala.

El estudio también tiene importantes implicaciones para los futuros “bebés con tres padres”, niños que nacerían sin la enfermedad genética mitocondrial que portan sus madres gracias a una técnica de modificación de embriones que ya ha sido aprobada en Reino Unido. Los autores del estudio señalan que reemplazar las mitocondrias puede cambiar el metabolismo del receptor del trasplante de mitocondrias. “Como técnica no es perfecta y no elimina las mitocondrias defectuosas al 100%”, explica Enríquez. Su equipo está ahora investigando los efectos de compartir dos genomas mitocondriales en el metabolismo. Hasta que estos se conozcan, señala, “es importante que los trasplantes de mitocondrias se hagan con donantes compatibles, con un perfil lo más parecido al del receptor”.




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Las mujeres no existen para los premios científicos

Los grandes galardones, como los Nobel, los Rey Jaime I y los Fronteras, ignoran a las investigadoras

MANUEL ANSEDE / NOTICIA MATERIA

“Un año más, solo han premiado a hombres, a varones, a investigadores del sexo masculino. Es bastante desmoralizador ver, año tras año, esas fotos de los premiados: todos ellos hombres”. La denuncia surge de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), hartas de que los grandes premios científicos en España ignoren sistemáticamente a las mujeres. Su crítica señala directamente a los premios Fronteras de la Fundación BBVA, dotados con 400.000 euros en cada categoría. Desde 2008, han sido galardonados 61 hombres y solamente tres mujeres, reprocha AMIT. Ninguna mujer premiada en 2013, 2014 y 2015.

La pulla también se dirige a los premios Rey Jaime I, dotados con 100.000 euros en cada categoría y organizados por la Generalitat Valenciana. El 91% de los premiados entre 2009 y 2014 fueron hombres. “Para muchas personas empieza a ser antiestético ver, año tras año, esas fotografías de provectos y encorbatados varones del jurado premiando a otros varones algo más jóvenes”, insisten las científicas sobre los galardones Rey Jaime I, vinculados históricamente a la Casa del Rey a través de su presidencia de honor.

Paradójicamente, los 23 premios Nobel que formaron parte del jurado de los premios Rey Jaime I exigieron en junio que se elimine la “injusta” discriminación contra la mujer. Eran todos hombres. No premiaron a ninguna mujer.

Hace poco más de un año, la secretaria de Estado de I+D+I, Carmen Vela, expresidenta de AMIT, presentó un informe que alertaba de que las mujeres solo consiguen el 18% de los premios científicos en España. El porcentaje se hunde hasta el 7% si los galardones cuentan con una dotación económica de 100.000 euros o más. El documento analizaba la presencia de mujeres en los 37 premios académicos y científicos más importantes. “A la vista está que el resultado [de la publicación del informe] ha sido nulo o escaso”, lamenta AMIT en un comunicado.

Las mujeres apenas representan el 3% de los premios Nobel de ciencias

La situación es similar con otros grandes premios en el resto del mundo. La matemática de origen iraní Maryam Mirzakhani fue en 2014 la primera mujer galardonada con la medalla Fields, conocida como el Nobel de las Matemáticas. También ocurre en los propios Nobel: las mujeres apenas representan el 3% de los premiados en las categorías científicas.

La asociación AMIT sugiere a los organizadores de los premios que establezcan jurados paritarios y pongan en marcha una política proactiva para que las instituciones propongan candidatas, como ha empezado a hacer este año la Fundación Princesa de Asturias. “Y a las instituciones públicas y a las empresas queremos recordarles que tanto las contribuyentes como las consumidoras somos las mitad de la población”, lanza AMIT, que firma su comunicado junto a otras cuatro organizaciones de mujeres profesionales.

Una portavoz de la Fundación BBVA explica que su entidad no interviene en la presentación de candidaturas ni en la decisión de los jurados. “Es una convocatoria abierta, pública y transparente. Animamos vivamente a AMIT a que nos proponga candidatas”, declara. Los jurados de los premios Fronteras, sin embargo, están compuestos mayoritariamente por hombres. Los miembros del jurado son designados por la Fundación BBVA previa consulta al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Un reciente informe oficial alertaba del machismo que pervive en este organismo. Solo el 25% de los científicos mejor pagados en el CSIC son mujeres.